Antología «EL DENARIO HABITUAL» de Heiner Valdivia

Antología – Heiner Valdivia
El denario habitual (2013)
.
solutio
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Agua que permaneces
con los días que nos abandonan
en sus costras interminables
como un pez de cera
enredado en sus orillas
como las cenizas que lejos del agua
han dejado de ser sangre tullida
.
Y algo se ha transformado
algo ha llegado del agua para salvarlo
ya que en su locura
su quinta esencia
se ha vuelto una pira apagada
donde sus fórmulas reposan
como un camino incierto
entre la carne apaleada.
.
calcinatio
.
La materia que se ha vuelto
un papel herido
donde el humo templario
se ha cubierto de sal
.
Y en su lejana ausencia
los oráculos que ya no significan nada
que las piedras y los emblemas
tienen los mismos nombres
.
Con sus bordes de efigie tomada
con su palidez tibia
que nos desborda de sus almendras
del ataúd enterrado en el arenal
donde un trofeo
nos despoja
y nos llevaría al destierro
a ningún lado
donde el tiempo
no conoce su locura
sin ser un ruido
(una gota de alcanfor)
como el dolor de un esguince
una rama que no pueda caer
en sus brazos de piedra
y en la plenitud
la tarde que se convierte
en una caja marina
mientras los huesos
sigan endebles en sus derivas.
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putrefactio
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En mi última morada
la bestia que mostraba sus garras
y los límites que tienen a un áspid
oculto bajo el aire sin aroma
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Que nos tuesta
desde arriba hacia abajo
sus larvas que crecen sedientas
y mi organismo que se infla
aullando demasiado
en sus nogales fuertes
o la noche
que se abraza a mis costillas
creciendo sin presión
en su asepsia
que revienta el espacioso
agujero de éter
.
Muerte espectral
abrázame
en tu hora nauseabunda
donde mi peso brilla más que en sus semillas
el mañana que llega
con los bordes sombreados
con los parásitos del
río.
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Eklosión (2015)
Cromosoma /8
Cerca del manantial,
uno se cansa de desollar las piedras,
de oír los brebajes como figuras alambradas,
donde no pueda encontrar
ni el rumbo ni menos la cabida.
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Las porciones que se acuestan
sobre el olor de una deidad dormida.
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El norte que ya no tiene los mismos
rumbos que se dirigen hacia el sur,
un animal que no deja rastros sino en la arena.
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Las huellas, nervaduras recientes,
el círculo que se parece a una caja en miniatura,
y la sombra es la humedad,
la misma grieta sellada
bajo montículos de carbón,
un hueso que no puede crecer muy alto
sin caer en sus mismos cauces,

son los perfiles de una mucosa altiva,
como la forma de un embrión de fruta,
y la saliva que llega a desprenderse
ya no pertenece al intervalo en donde el agua
de solo caer es un caudal de silencios.
Cromosoma /19
.
Hay tanto por hacer,
que vengo del final y el principio es lo que se me oculta,
un óvulo, una llaga nutriente
donde no exista la frialdad de las criaturas,
la sensación que pueda resurgir
de las hormonas.
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La proteína es deriva a
sotavento,
pero hay que soportarlas.
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Las enzimas que no saben acercarse a uno mismo.
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Y el fin puede destemplar a una rueda,
donde mis cabellos son pasajeros en sus propios sembríos.
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Las partículas que son tan débiles,
mientras el sueño se apacigua en otra estancia ocupada.
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Hay tanto por hacer,
que tengo espasmos creando horas incontables,
las uñas tatuadas en el clamor de la epilepsia,
en sus deidades de oídos pequeños,
y mi envoltura es transparente,
un ocre tan parecido
al código de luz
que no cesa de palpitar.
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9
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Hace millones de siglos que emanamos
de las simples variedades,
al igual que una torre mal orientada,
donde su creencia escondida
es un sabor amargo de fuente prolija
que no deja escapar el sustento de la horca.
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Y las encierra en una forma de inmortalidad
si es que existe ese alguno,
sus cadenas que ya son fermentos,
cubriéndose con la mucosidad de la escama.
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Pues,
el instante dura más que la hazaña,
y tal vez mi cabeza
se descontrole de sus riendas,
y yo sea un hormiguero esperando
el temporal de la balsa.
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El silencio puede ser a veces
una virtud equívoca
(tendón y ligamento),
un diagnóstico que reemplaza a sus símbolos,
es saber un poco más de lo debido.
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Terapias y diagnósticos del Dr. Petrus Carmichael (2016)
Paciente Zeitgeist
Bruno S. y la dialéctica de la caverna
en la frondosidad del tiempo
las sombras pertenecen
a las contracciones
aspavientos de únicas rosas
donde una silueta se desnudaba
pese a tener las manos atadas a la espalda
donde se decía que habitabas
el espacio que nunca te anunciaba
que eras el único de tu especie sin grava
el lenguaje un bulbo de arena
como la finura de una raíz
en el tiempo malhadado
que jugabas a lastimar tus garras
en el contorno y el pudor de la caverna
hasta sentirte
un murciélago que a pedradas caía conmigo
y nos reímos a pesar del dolor pasajero
entibiando esa sábana inflexible
hasta hacerla rebalsar
donde no podemos fijar
la llegada de su luz
y es terrible saciarme entre sus telares
porque sus alas se quebraron en espiral
y donde luchábamos insistentemente
contra el entramado polen
pero era imposible predecir
su caída contra los asuntos del mundo
.
si la tierra nos obsequiaba
sus imantadas pieles hasta sostener
ese néctar alumbrado brioso
provisto de iletradas cabelleras
para mostrar lo que somos
unos espíritus ornamentales
(según la dialéctica del espíritu)
una opulencia de rabia
que nos muerde la cabeza
hasta sacarnos las costras
.
déjalo déjalo caer como un cactus inusitado
a la lluvia y que se deje castigar
en la perpetuidad
en el abrazo vertical pese a sus índices torvos
sangrando en su tibia palidez
con un oído pegado sobre la tierra recortada
escuchando resurgir de sus propias caídas
el alimento
y sus colmillos eran un clavo pergeñado
de salmos prematuros
y en nuestros ojos algo se agitaba
tal vez una cuerda oliéndose rota
extenuando ese enredo en nuestros corazones
.
pero compasión no le tengamos
porque hemos sido creados
entre los límites de su tierra consumida
donde no le tengamos miedo a la nada
ante la caída de su llama inmortal
a pesar de la huida
a pesar de la verdad que se nos consume
en nuestra índole de caída perpetua
.
déjalo déjalo
surgir como un termitero lleno
de vampiros en medio de la lumbre
con senderos donde
las rutas se empecinan en no saber dirigirse
hacia el contentado fragor
en sus costas infinitas
donde otros nos evitan
como una mosca frugal
que se desmaya
o cae a palazos
en desgracia perpleja
ante la rotura de su cuello
que se esparce en una muerte orillada
y por fin nos contentamos
con vivir en la luz perpendicular
que no vino a tocarnos la ceguera
(del tiempo dialéctico)
porque la locura es un principio afín
y predecir que el murmullo ensoñado
es un deceso eruptivo
espectral.
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Paciente Zelig
Prince Randian y el arco voltaico
.
hace ya algún tiempo
que vivíamos en esa marca de hollín
en esa deidad fruncida
que nos miraba desde el templo de paja
escapándonos de los ineludibles hoyos
donde no se podía predecir
dormir bajo la impaciencia
o escapar hacia el rellano esquinado
huir imaginando nuestra fealdad
aturdida como la tuya
y las escaleras que se diluían
bajo tu andar porque tu voz
sonaba como la insípida sordera
de pájaros chillones
que se golpeaban tan fervientemente
contra el arco voltaico
hasta llegar a los campanarios
que nos daban el rigor facial
y nos hacían invisibles al formol
y no podías resistir al rechazo
postrando tus brazos
hacia un lado de tus engranajes póstumos
simulando ser una piedra vertiginosa
o una cruz que se dividía en las encrucijadas
y en el lado más voluminoso de tu rostro
habitaba una adormidera sedienta
de agujeros negros
una boca vesicular pidiendo
toda la totalidad de ese aire subterráneo
todo el agua para entumecer
la ardencia en tus entrañas
viviendo bajo el implacable calor del granito
pero sabias reír con las muecas
que mantenías a las notas entintadas
y me incitabas lentamente mientras
los crucifijos se destripaban
de sus paredes cayendo a retazos
en arboladuras castizas
.
y sé que en tu forma de anticuario escapabas
del todo un espectáculo casi trasnochado
viviente pero igual
te daba lo mismo sentirte encebado
si los pensamientos aumentaban
con la nula sencillez
y en tu abultada cabeza sudabas el aliento fervoroso
algo que alimentaba el miedo transparente
la frigidez de las estancias
porque cuando dormías
le temías a la misma muerte hincada
y ella te resucitaba a diario
te golpeaba con su guadaña para refrescarte
te visitaba en hídricos sueños
y nos mostraba la cama tácita
pero igual no quedaba nada de lo mismo
si sabías que en el ensueño
habitaba una forma de libertad magullada
un embrión de abultados sonidos.
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CUATRO
Moondog y el sonido del ooo-yat-su
“La pérdida de orientación, como la búsqueda al sentido de la vida, es algo intrínseco a ella misma, sobre todo si nos acercamos a la ancianidad perpleja. Los síntomas de manías y fobias eran consideradas como invasiones alienadas y demoníacas de un espíritu ancestral; tal es el caso de este tipo de medicamento antipsicótico llamado risperidona, que, lejos de ayudar o eliminar nuestro sombras acu(o)sadoras, derrotaban a nuestro ángeles y dáimones con el mismo garrote de la intolerancia”.
Dr. Corrado Malatesta.
la realidad es saber descubrir
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la realidad es saber descubrir
el ojo que nos miente
si hablamos de calandrias sueltas
como un cascajo injusto
como nudos sudorosos leídos en alta mar
o si el último aliento del rigor mortis
nos expresa que el mundo
es un mohín de labios timbrados
donde las márgenes
ya no presentan a sus orígenes
y nunca nos pudieron hablar
si un rombo es un rombo
si un labio es un labio en otra boca destartalada
pero da igual si lo pensamos
si lo que vimos bajo los ojos de un galeón de humo era algo errático
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donde especificar
ya no tiene sus mismos detalles
si lo hablamos dentro de las palabras
o el lenguaje es un síntoma
que destella un mal aliento
pero da igual si lo hablamos con enredos
entre manchas y bisbiseos
que los viñedos eran la sangre
en la uva caminera
al igual que nosotros
en la duración de nuestros cartílagos
y un leve estremecimiento nos asediaba
no nos dejaba de sostener a la prudencia
hasta tocarnos con su capa de austeridad
el olor del caimán palanqueado
y a veces resurgimos
con la música de la sarna
con los ojos expuestos ante todo el detalle
de la vida absoluta
la legumbre
el sarcoma
el mismo hilito rompiendo
hasta la insistencia
esa urdimbre de piel manufacturada
y no sabíamos ver si lo
que pensábamos era lo correcto
que la piedra ocupaba otra marisma de espacio
tan cercana a la desnudez
de vivir estallando la realidad
contra el ensueño atosigado de la pólvora
.
donde especificar ya no era lo mismo
que decir pieles insonoras
o geométricos vellos
rayas a destiempo de la piedra inhabituada
especificar ya no es hablar del lenguaje tosido
de la nocturna piedad de los grillos
que nos advierten
que debemos de limpiar
a las rosas de sus espinas
pero no es lo mismo
que vivir con la nada
que hociquear el destino
el espejeado vaho.
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Anticéfalos (2017)
7
En el medio,
un punto
es deforme
huye de la
OSCURIDAD
porque resume
todo el color
de la tierra;
donde ya no queda
nada más
de aquella
luz infinita
que nos posee
y devora
como un rayo
descosiendo
el umbral.
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8
Presa de la LUZ
un sonido
se cree extinto,
quebrado en dos,
que nada escucho
pese al cercenado
aroma de tu cuello,
y simulas
no saber nada,
pese a ser casi
la misma
que habita en mí.
Voluptas Mystica (2018)
Las fases de la luna (1939)
6
EN TUS vocales como partículas sumisas
que eran extraídas de la noche
hacia su final alargado
pese a vivir del insumiso rencor respirado
de dormir tanto y tanto bajo tu busto enloquecido
entre la fase de una vida
contada hasta en los números insaciables de la luna
de susurrar esa pequeña parte
como un rayo de piel que se derrite
en toda tu desnudez
en algo que era dividido y afincado por tu alma
como esta herrumbre que se hacía un acto de vivir
y sé que caminabas
hacia esa luna empañada de cuero
porque eras mi sed
que habitabas bajo las gafas de la locura
porque me veías desde un muelle
como el faro preguntándome
si es que existo entre tus sueños
en el desastre de tus olas
y en la inminente despedida
sé que eres como el aroma que llegaba
a tocar lo tardío de la espuma casi como el dolor
punzante que vive entre mis dedos.
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(1941)
2
DONDE EL agua de tu vientre
se sonroja con mis latidos
habitando en el riesgo de lo inhallable
mientras el olvido se deshojaba con mi palidez
indagando en nuestros pasos
el color de mi ternura
como el infinito ruido que nos viene de la magia
viviendo en ese rincón
ocupado por la piedra
rompiendo en tu humedad
el resquicio de una lámpara trasnochada
y la timidez que vibraba
era ese poro transparente que escondías
mellando ese espacio de carne
como aquella manzana descubriéndose
el pecho antes de morir
en la seducción
en aquel abrazo partido por el infinito
en la red de los barcos desahuciados
en mi insostenible acto de perdurar
casi en la blancura de tu cuerpo
que sacia el desconsuelo.
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(1942)
5
Y TRAS los estambres de la noche
los hombres como impávidos
túneles huyen despavoridos
donde sus pensamientos
son los escombros de un espacio
que no tiene propósitos
porque se abalanzan sin dudar por las
escaleras
para llegar hacia ti
como la ofrenda de lo imprevisto
porque no saben
que estás más allá de ellos y de mí
donde el reloj ya no se orienta hacia ese prodigioso
acto de andar mendrugando el pan
de medir a la lluvia como algo incógnito
si despedazo a tus ropas
vivo con la sorpresa de andar sin ecos
porque tú y yo nos enredábamos con la amnesia
de todo lo gritado por el gemido
mientras el ruido hablaba de nuestra
intimidad tan ferviente
haciendo ecos vanos susurros de papel.
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La llama del esplendor
La ciudad entera (1936)
1
EN LO más alto
cual fruto de lo imperecedero
o lo que llamamos la cumbre
impronunciable del firmamento
los anillos se convirtieron
en círculos que se desbordan de sus vértices
pellejos que escapan
desde sus lápidas como pálidas polillas apartadas
porque deshacías a todo lo imprevisto
como la rústica
hoja laminada de otro bosque
sospechando de mis rastros
en un nombre que espera
santiguar el incienso de la nieve
que puedas hallar en mí la escasez del agua
como la pura partícula del olvido
haciendo ecos de mi cuerpo
en la única suerte de un desfallecimiento
que sostiene a la fruta con lo imperfecto.
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Insectario Doméstico (2018)
Los grillos y la música del silencio
Se dicen que los grillos cantan de pena cuando se sienten solos de vivir en las profundidades de la noche y en los linderos más telúricos de los bosques. Pero en sus ratos libres, cuando se sienten inspirados bajo esta peculiar música de la noche, se dedican a mover sus patitas traseras tratando de imitar y tocar a la perfección la sinfonía que les llegaba del silencio; es por eso que los grillos deben ser los insectos que más nos hablan, que nos dicen la pena de lo cantado, como juglares de la noche, siempre creando ruidos y sonidos, para nunca ser devorados y consumidos, por el inexorable silencio de la noche.
La timidez del caracol
Cuando veo a los caracoles desplazarse sobre mi jardín, siento una ternura indescriptible. Siempre he creído que los caracoles nacen con una timidez tan genética como la mía, en su temor de enfrentar al mundo y de ver la realidad tan limitada como ellos; por lo que viven encerrados o confinados casi en perpetuidad a su pequeña concha movible. Y sentimos, que cuando se les toca en lo más mínimo una parte de sus gelatinosos cuerpos, se puede ver cómo sus tentáculos tan finísimos y su rádula viscosa se meten impulsivamente bajo esa cáscara hogareña, todo para ocultarse del entorno y tener un vago temor de salir de ahí para respirar el irreductible olor de vivir en el mañana.
La mariposa que se creía abeja
Había una vez, una mariposa a
la que le gustaba comer mucha miel. Se dice que tenía el complejo de
comportarse como una abeja reina. Entre suspiros y aires nuevos, tenía una
cierta esperanza de poder entrar y coronarse como la reina absoluta del panal;
ella quería instaurar nuevas leyes que tengan que ver con la belleza y la
armonía. Poco a poco, sabía que los segundos se le iban ante sus ojos, pero
nunca decidió hacerlo, por temor a que las
obreras y las abejas militares la despedacen en un festín escabroso de patas, mandíbulas rotas y líquidos viscosos que podían emerger de su frágil cuerpo, si es que ella se animaba a entrar, lo que nos demostraba el absoluto don de la naturaleza.