Ceremonia & otro poema de Leda Quintana Rondón

CEREMONIA
Escribe
este hormigueo en el cuerpo
crees que lo vomitaste todo
pero hay un líquido oscuro
que une tu respiración
con tus placas tectónicas
y una sombra
se siente en tu esófago
No has cenado
pero el volcán se alimenta
de eso que no sale
la visión de tu madre degollada de niña
en la Casa umbría
ves sus ojos antiguos y lloras
gritas por ella
con ella
con todas tus abuelas
La hija da a luz a la madre en su poema
y la madre da a luz una casa
y todas las casas arden en tu cuerpo
por fin puedes ver y luchar
contra los nueve monstruos
en el sueño eres escudo que erupciona
y rezas plegarias
por cada uno de sus habitantes
Te alimentas
en la ceremonia del vértigo
del temblor que arde
en lava que lava en la sangre
Encuentras palabras en el huerto
la memoria es medicina
El poema es lo que escribes escondida en la sangre
Escribe del fuego de las mujeres de tu familia
en la vulva
escribe del frío que perforó la espalda de tu bisabuela
por cargar durante días a su pequeño hijo muerto
escribe de las astillas en la garganta
en el batán de las palabras no dichas
moliéndose en el vómito que no llega
a ser voz
Escribe nuestra voz
VIAJE A HUANCAYO
«Papi, no tengo sueño»… Dice la niña en el bus de Cruz del Sur y me sueno en lo que dice, resueno en lo que no dice… Viajo con ella y con mis hermanas rumbo a la luz wanka. Ahora es medianoche en el bus. Las hermanas poetas están un poco lejos… Una resiste el soroche, la otra se abandona al tiempo del tercer ojo de la tristeza. El padre retiene su propio vómito por acompañar el de su hija. La niña entra sola al baño del bus. Ella y yo vaciamos las entrañas hasta enfriar nuestros pechos. La niña se cubre con la chalina de flor negra que le regaló su madre. El padre guía a su hija en la oscuridad para que ella misma encuentre su sitio de retorno. No la abraza, le da la mano… La niña se aferra a ese puente para atravesar la noche mientras aprende quietecita a respirar sola. Ella intenta retener los nuevos sonidos y colores del viaje, camina y viaja con un fémur de la cultura Chancay que es música en las manos de un nuevo hermano… La niña crece para verlo con los ojos cerrados, abierto el corazón… El escucha el fémur, lo hace sonar, abre una boca cósmica con más de cien instrumentos musicales. Flor Pucarina zapatea en el sueño de mis hermanas y en el mío. Es hora de bailar.